¿Es Real El Dolor de Huesos Por Frío?

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Es común que la gente relacione el frío con el dolor de huesos, por ello averiguaremos si en efecto es real el dolor de huesos por frío.

Se cree que las bajas temperaturas agudizan la sensación de dolor y los síntomas de algunas enfermedades.

En especial, se relaciona con los dolores de espalda, de huesos y articulaciones.

Frases comunes

Contenidos

Las personas a veces usan expresiones como:

  • El frío se me ha metido hasta los huesos.
  • Estoy tieso de frío.
  • Me duele la espalda por estar encogido de frío.

¿Qué sucede para que un gran número de personas tengan esa percepción de que con las olas de frío les duele más todo?

¿Será verdad que el frío afecta a nuestros huesos o es sólo una creencia popular?

Al parecer es cierto que los cambios climáticos que implican una bajada de la temperatura pueden ocasionar molestias en los huesos y en las articulaciones.

Entonces, parece ser verdad que los cambios de tiempo pueden afectar a nuestro «dolor de huesos».

Frío, humedad y presión atmosférica

El frío, la humedad o la presión atmosférica pueden empeorar los síntomas de la artrosis o la artritis reumatoide.

También, incluso, «hacernos recordar» una fractura antigua.

Las diversas investigaciones realizadas sobre la repercusión de los cambios de tiempo en el dolor de huesos y articulaciones han llegado algunas veces a conclusiones contradictorias.

Sin embargo, cada vez existen mayores evidencias científicas de que el frío, la humedad o los cambios de presión atmosférica sí son capaces de afectar de algún modo a las personas que sufren enfermedades como la artrosis o la artritis reumatoide.

Investigaciones

Ciertas organizaciones que se ocupan de investigaciones sobre la reumatología indican que la lluvia, el frío y el cambio de la presión atmosférica no ocasionan enfermedades reumáticas.

No obstante, estos cambios ambientales sí ejercen influencia en el agravamiento de los síntomas de muchas de ellas, dando como resultado que algunos pacientes tengan una mayor sensación de dolor.

Según explicaciones de los reumatólogos, en invierno durante las olas de frío se producen cambios bruscos en la presión atmosférica y esto hace que los ligamentos y las articulaciones aquejados de reumatismo duelan más y estén más rígidos y menos activos.

La influencia del clima en las enfermedades reumáticas es algo que está interiorizado en la cultura popular e, incluso, entre los médicos desde los tiempos de Hipócrates (médico de la Antigua Grecia).

Veamos qué hay de cierto en esta creencia, así como los resultados de algunos de los últimos estudios.

Aumento del dolor… ¿por causa del tiempo?

Dado el caso de que tantos pacientes se quejan de cambios en su sintomatología dependiendo del clima, la humedad, el frío, etc., es que algo debe haber de cierto en esta relación.

Mencionaremos como una curiosidad: el término chino para referirse al reumatismo es feng shi, que significa viento húmedo o enfermedad del viento y la humedad.

No obstante, es necesario diferenciar entre lo que siente la población, lo que comentan en consulta médica, de los estudios científicos, controlados de forma rigurosa, y que a veces tienen resultados contradictorios.

Y es que no resulta tan fácil demostrar esta relación entre tiempo y dolor.

A pesar de eso, hay profesionales en reumatología que explican que los ensayos científicos que van a favor de una influencia real de la meteorología en nuestros huesos, músculos y articulaciones e indican que:

1 Aumenta la viscosidad del líquido sinovial

El frío incrementa la viscosidad del líquido sinovial.

Esto produce rigidez y fricción de las articulaciones.

El frío puede ocasionar un aumento de la viscosidad del líquido sinovial, encargado de lubricar y nutrir al cartílago.

La consecuencia es una mayor rigidez, fricción y, por tanto, dolor a bajas temperaturas.

Por otra parte, se piensa que las altas temperaturas y la humedad pueden aumentar la producción del líquido sinovial, favoreciendo la aparición de derrames y brotes inflamatorios en pacientes reumáticos.

2 Hay mayor ocurrencia de contracturas

Es preciso decir que no es necesario estar enfermo para sentir dolor o molestias en huesos, músculos y articulaciones cuando el clima está frío.

Basta señalar que el frío y la humedad provocan que estemos más contraídos y entumecidos, lo que al movernos produce, por ejemplo, contracturas o problemas en la espalda, en el cuello o en los hombros.

El frío provoca que nos encojamos y aparecen más contracturas.

Al sentir frío tenemos la tendencia natural a encogernos.

Y al encogernos se contraen involuntariamente los músculos del cuerpo.

Esto es lo que los hace más propensos a calambres y espasmos que hacen que se vuelvan tensos o rígidos.

Y esas contracturas que se producen de manera mecánica como reacción al frío provocan luego lumbalgia o dolor de espalda intenso, según explican los fisioterapeutas.

3 Se presenta más rigidez en las articulaciones

El frío hace que los músculos se contraigan e intenten generar calor a través del movimiento.

A esa rigidez muscular se le une la de las articulaciones.

De este modo es más fácil que unos y otras duelan o resulten dañadas si hacemos esfuerzos sin calentamiento previo.

En el caso de las articulaciones, los especialistas explican que el frío afecta al líquido sinovial.

Este líquido se encuentra en las articulaciones y actúa como lubricante de los cartílagos para permitir el movimiento articular.

Con el descenso de las temperaturas, el líquido sinovial puede volverse más viscoso de lo normal.

Esta viscosidad ocasiona una mayor rigidez y fricción, provocando dolor en rodillas, codos y otras articulaciones, peor aún si, por efecto de la edad o de alguna dolencia, se padece cierto desgaste en ellas.

4 Ocurre disminución de la circulación sanguínea

Por otro lado, las bajas temperaturas también se traducen en una disminución de la circulación sanguínea.

Especialmente compromete los dedos de las manos y los pies.

Debido a esta situación se acrecienta la sensación de entumecimiento y dolor en las extremidades que sienten algunas personas cuando hace frío.

El frío reduce la circulación sanguínea y provoca entumecimiento en las manos.

De acuerdo a lo que explican reumatólogos y traumatólogos, el frío, la humedad y los cambios barométricos de la presión atmosférica (cuando va a cambiar el tiempo) pueden influir especialmente en personas que ya tienen dañadas las articulaciones.

Esta mayor influencia se deriva de que ya que tienen receptores de presión alterados en las mismas, capaces de detectar los cambios súbitos de presión atmosférica.

En este sentido, indican que en las zonas geográficas en las que llueve más y el tiempo suele manifestar más cambios, los pacientes con reumatismo suelen tener más síntomas.

Así influye la presión atmosférica

Al margen de la temperatura, las variaciones en la presión atmosférica también pueden jugar un papel importante en el aumento del dolor.

Parecen existir receptores de presión a nivel articular capaces de ser activados tanto por una borrasca (presión atmosférica baja) como por un anticiclón (presión alta).

Estas variaciones pueden originar cambios en los receptores del dolor o hacer que se liberen sustancias proinflamatorias dada la interconexión celular y molecular existente.

El descenso de la presión, más habitual en invierno, puede aumentar el dolor

Aunque también en este aspecto los diferentes estudios han llegado a conclusiones contrapuestas, sí que suelen relacionar un descenso de la presión, más habitual en invierno, con una mayor intensidad del dolor en pacientes con artrosis y artritis.

Se conoce concretamente un estudio realizado por investigadores franceses que relaciona una baja presión atmosférica con peor equilibrio y mayor dolor en pacientes con osteoartritis de rodilla.

Pero está más demostrado el impacto del frío y la humedad y, sobre todo, de los cambios bruscos.

Lo que hace que muchas personas puedan llegar a predecir los cambios de tiempo por el dolor que sienten.

De todas formas, de acuerdo a los resultados de estos estudios, en los días con buen tiempo, cuando los pacientes decían sentir menos dolor, también dormían mejor, hacían más deporte y tenían mejor estado de ánimo, por lo que hay otros factores a tener en cuenta.

¿Algunos somos más «meteosensibles»?

Por otro lado, también es cierto que hay personas a las que los cambios meteorológicos les afectan más que a otras.

Es lo que se conoce como personas meteosensibles.

En un estudio con pacientes de artritis reumatoide, entre el 15 a 20% afirmaron que sí les afectaban los cambios de tiempo, mientras que el 80% dijeron que no.

Esto indica que, ya sea por una sensibilidad especial o por una cuestión genética, algunas personas notan más los cambios, afirman los especialistas.

A modo de ejemplo y según estudios realizados en países europeos se puede decir que los españoles se quejan más de dolor por el frío que pacientes de otros países de Europa.

Como curiosidad, el resultado de una investigación detalla que en un estudio con pacientes de artrosis de rodilla de seis países europeos, los que referían más dolor articular por la humedad y el frío eran los españoles.

No se sabe por qué, podría ser porque los de los países nórdicos están más acostumbrados al frío o porque tienen diferente umbral del dolor, pero sólo son especulaciones.

¿El tiempo también afecta a antiguas fracturas?

Muchas personas que años atrás sufrieron una fractura de hueso también suelen asegurar que con el frío o los cambios de tiempo vuelven a notar dolor en la zona donde se lesionaron.

Pero ¿qué hay de cierto en esto?

Los receptores de presión y dolor en el organismo podrían revivir el dolor de la fractura.

No está demostrado «desde el punto de vista científico o académico por falta de estudios, pero sí en base a lo que oyen los médicos a diario en la consulta de pacientes con viejas lesiones que parecen revivir‘ ante una determinada circunstancia climática, incluso a veces antes de que se produzca.

Los barorreceptores (receptores de presión), nociceptores (receptores de dolor) y los cambios locales de irrigación en función de la temperatura podrían jugar un papel en este curioso fenómeno.

La contaminación, otro factor a ser estudiado

Además de los cambios de tiempo, podría haber otro factor que influya en nuestros huesos: la polución.

Existen investigaciones que han examinado los efectos de diferentes contaminantes del aire en la incidencia de fracturas osteoporóticas de cadera.

Y han detectado que existe una asociación entre niveles altos de dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno (SO2 y NO2) e ingresos hospitalarios por fractura de cadera, sobre todo en mujeres mayores de 75 años.

Los mismos investigadores ya habían estudiado anteriormente la influencia del tiempo en este tipo de lesiones y habían visto que en otoño e invierno se producen un 15% más de fracturas de cadera que en primavera-verano.

Recomendaciones para contrarrestar el dolor de huesos por frío

Existen algunas recomendaciones útiles que podemos poner en práctica si hemos notado que nuestros dolores de huesos se intensifican debido a las variaciones del clima.

1 Abrigarse bien, ni demasiado ni muy poco.

Es de buen criterio, pero no siempre lo hacemos.

Si sentimos más frío que otros días de invierno, deberíamos abrigarnos más de lo que acostumbramos, tanto dentro como, sobre todo, fuera de casa.

Si se nos ocurre salir con poco abrigo, estaremos haciendo que nuestra musculatura se encoja y soporte malas posiciones durante períodos prolongados de tiempo.

Como resultado, se incrementa todavía más la aparición de estas contracturas.

Dichas contracturas provocan lumbalgia y otros dolores musculares debido a la exposición prolongada al frío.

Sin embargo, tampoco es bueno ir tan abrigado hasta el punto de sentir calor.

Porque el contraste y el sudor, que luego se enfría, no son buenos ingredientes en los días de bajas temperaturas.

2 Conservar una buena postura.

Es frecuente que, cuando hace frío, nos encojamos de hombros, agachemos la cabeza y tendamos a apretar la postura de modo involuntario.

Es así que las lesiones musculares por causa del frío más frecuentes son los dolores de hombros, cuello y espalda.

Por eso es importante tomar conciencia de ello y evitar dicho encogimiento, así como el tensionar el cuerpo.

3 Hacer ejercicios de calentamiento

En los días de frío, antes de realizar cualquier trabajo o actividad física es recomendable hacer ejercicios de calentamiento antes y después.

Movilización de músculos y articulaciones no sólo para entrar en calor, sino y sobre todo para prevenir contracturas y dolores articulares.

4 Aplicar calor localizado.

La aplicación de calor (almohadilla eléctrica, bolsa de agua caliente, etc.) puede aliviar los síntomas de dolor causados por el frío.

La mayor rigidez articular, la contracción de los músculos, los tendones y los ligamentos es la que provoca dolor, y eso puede aliviarse proporcionando calor a la zona afectada.

Con la aplicación de calor se mejora también el aporte sanguíneo y ayuda a descontracturar la musculatura.

5 Realizar estiramientos

Además de aplicar calor seco, también es recomendable realizar estiramientos que irriguen de sangre la zona.

Hacer estiramientos puede ayudar a reducir la rigidez de las articulaciones.

6 Seguir ejercitándonos regularmente

Con el frío, puede dar mucha pereza ponerse a hacer deporte, pero mantener el cuerpo activo es un elemento clave para evitar y calmar este tipo de molestias musculares y articulares.

Debemos recordar que el sedentarismo provoca más dolor.

7 Comer caliente y saludable

La alimentación también puede contribuir de forma muy significativa a mantener el cuerpo caliente, a reforzar nuestros huesos y a lubricar nuestras articulaciones.

El calcio, las vitaminas C, D y E, los Omega 3, el colágeno son algunos de los nutrientes que podemos encontrar en nuestra dieta y ayudan a nuestro organismo en el mantenimiento de los huesos, favoreciendo la flexibilidad y lubricación de las articulaciones.

8 Beber agua de manera regular

Una buena hidratación ayuda a combatir el frío y a mantener el cuerpo en buenas condiciones.

Por eso se debe beber agua regularmente durante el día, porque con el frío puede no tenerse sensación de sed y que pase mucho tiempo sin que nos demos cuenta de que no hemos bebido agua.

Con el frío hace falta hidratarse bien y reconfortarse con bebidas calientes.

9 Consultar al médico

Cuando exista dolor muscular o corporal persistente, tampoco hay que atribuirlo al frío como único causante.

Es conveniente consultar al médico para descartar la presencia de alguna enfermedad reumatológica, gripe u otras causas.

Qué podemos hacer para reducir el impacto del clima

Como es sabido, muchas especies animales, por instinto, emigran de sus hábitats naturales en determinadas épocas para buscar regiones de climas más benignos.

Pero en nuestro caso, excepto unos pocos afortunados que pueden pasar temporadas en zonas más cálidas, la realidad es que existen pocas opciones, disponemos de pocas herramientas para enfrentarnos a los cambios climatológicos.

Pese a ello, algunos reumatólogos nos dan tres consejos para prepararnos si sabemos con anterioridad que va a cambiar el tiempo:

  • Realizar ejercicios suaves de estiramiento.
  • Aplicar calor seco local en la zona afectada.
  • Tomar medicamentos analgésicos o antiinflamatorios, siempre bajo supervisión médica, poco antes de la llegada del cambio si, según nuestra propia experiencia, sabemos que nos va a doler más la articulación dañada.

Conclusión

Después de todo lo mencionado, nos hemos dado cuenta de que los cambios de temperatura sí pueden afectar a los dolores de tipo reumático.

Los estudios e investigaciones han permitido conceder razón a las percepciones de muchos pacientes con esta clase de dolencias.

En lo que sí hay que hacer hincapié es que no se trata exactamente de dolores de huesos, sino de dolor articular o muscular, etc.

Asimismo, existen medidas que podemos adoptar para que estos dolores se manifiesten menos y hacerlos más fáciles de sobrellevar para que no se afecte tanto nuestra calidad de vida.

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